Mientras
saboreamos una copa de champán en un patio de piedra que domina los
lejanos tejados de color ocre y amarillo de Grasse, el plato principal
hace guiño a nuestro estómago: una suculenta pata de cordero sobre un
lecho de rojizas... ¿semillas? "Buen provecho", nos dice nuestra chef,
Kathie Alex. Como ocurre con el arroz o el cuscús, estas modestas
semillas son mucho más de lo que parecen.
Porque en este plato humeante, salpicado de almendras y sazonado con limón, perejil y cilantro, está la quinua,que se está convirtiendo rápidamente en una sensación culinaria. Hurgo en ella, tomo el tenedor y la saboreo lentamente...
Porque en este plato humeante, salpicado de almendras y sazonado con limón, perejil y cilantro, está la quinua,que se está convirtiendo rápidamente en una sensación culinaria. Hurgo en ella, tomo el tenedor y la saboreo lentamente...
Asisto a un curso de cocina en el sur de
Francia con otras cuatro mujeres. Hemos venido una semana con el grupo a
improvisar platos en una acogedora cocina. Hoy nos hemos puesto
nuestros gorros de detectives culinarios para explorar este misterioso
alimento, la quinua. Este cereal que crece en las cumbres de los Andes
(se pronuncia “quinua”) es una de las fuentes nutritivas principales de
Bolivia y Perú desde la antigüedad. Solo desde hace poco se elogia en
otros países —especialmente en los Estados Unidos— como un “compendio de
proteínas” y, como no contiene gluten, es una alternativa fácil de
digerir para las personas alérgicas al trigo. Con propiedades tan
encomiables, no me sorprende que la quinua se esté extendiendo como los
champiñones en los restaurantes y por todo Internet, desde los blogs de
alimentos a las columnas de consejos médicos. Y ¿cuál es el veredicto al
probarla por primera vez?
La textura. Con un mordisco
crujientemente adictivo y un gusto a nuez, la quinua es sobre todo
liviana y delicada. La que estamos comiendo ahora mismo es roja pero
también hay cepas negras, blancas, castaño claro y marrones. Pero, según
se rumorea, ¿no es sosa? Y cara: una caja de medio kilo de semillas
rojas, como las que probamos en el sur de Francia, tiene un precio que
varía entre 8 y 13 dólares en los Estados Unidos (aunque la quinua
blanca orgánica se vende a un precio más razonable de 5 a 8 dólares).
Teniendo en cuenta que muchos alimentos que se ponen de moda se
investigan de forma dudosa y apurada, quizás el pedigrí exótico de la
quinua y los beneficios para la salud publicados con bombos y platillos
se han exagerado un poco.
La chef Julia Child, que introdujo la
comida francesa en las cocinas estadounidenses (cuya historia se narra
en la película Julie & Julia de 2009), desechó la quinua y la tachó
de alimento de moda sin fundamento cuando en 1994, un chef propuso
servirla. “¿Es que necesitamos otro cereal del tercer mundo?”, preguntó.
Parece que ha llegado el momento de descubrir si la popularidad
emergente de la quinua es simplemente una locura pasajera.
Alimento milenario
Para empezar nuestro trabajo de
detectives y averiguar los remotos orígenes de la quinua, me dirijo a
David Schnorr, presidente de Quinua Corporation, empresa que llevó dicho
cereal, por aquel entonces desconocido, a Norteamérica en 1982. Aquella
abultada bolsa de 25 kilos venía directamente del árido altiplano de
Bolivia, a 4.000 metros de altura en los Andes, una zona dura e
inhóspita. Las altísimas plantas se mecen formando arcoíris de colores,
rojos, marrones y beis, y a veces, azules y amarillos. “Las pequeñas
parcelas de quinua son comunitarias”, afirma Schnorr. “Los ancianos
eligen a los campesinos, para sembrar las semillas a mano en septiembre y
octubre y después, a principios de marzo, todo el mundo ayuda con la
cosecha, ponen las plantas a secar y recogen el grano cuarenta días
después.”
Súper semilla
Súper semilla
Para confirmar la solidez nutricional de
la quinua, dirijo mis pasos a una de las primeras escuelas de cocina
del mundo: el Instituto Culinario de Norteamérica. A dos horas en auto
de Nueva York, casi el 10 por ciento de los 2.800 estudiantes de esta
escuela son chefs extranjeros en formación, procedentes de más de 30
países distintos. Al pasar por los carteles de la escuela que proclaman
“la comida es la vida, crea y saborea la tuya propia”, me recibe el
instructor jefe Dwayne LiPuma, del St. Andrew’s Café. “Con todas las
alergias al trigo que han aparecido últimamente, yo quería una dieta
vegetariana sin gluten que fuera diferente”, explica. “La quinua tiene
una buena textura y es increíblemente nutritiva. Verdaderamente puede
desbancar al arroz de su pedestal”, afirma. “La quinua está llena de
proteínas y por eso es mucho más saludable”.
Para su menú aquí, el chef ha rellenado
una crêpe integral de chile con tomate y quinua, y la ha aderezado con
coloridas franjas de guacamole. “Puede que la quinua no sea todavía una
estrella a nivel mundial”, reconoce LiPuma. “Pero parte de nuestro papel
como chefs consiste en educar a la gente y enseñarles que, aunque se
cocina como el arroz y tiene un aspecto parecido, la quinua está a otro
nivel”. Así que ¿cuáles son las cualidades saludables tan mencionadas
que subyacen ocultas bajo el aspecto mundano de la quinua?
Aunque a menudo se ha dicho que la
quinua (Chenopodium quinua) es un cereal, técnicamente es un
“pseudocereal”. Aunque se jacta de tener un perfil nutricional similar
(pero con súper poderes), en realidad pertenece a la familia de las
quenopodiáceas, entre las que se incluyen la remolacha azucarera, las
acelgas suizas y las espinacas. Aunque sus hojas son también muy
saludables, son perecederas; así que en el caso de la quinua, lo
verdaderamente recomendable es “ir al grano”. La quinua tiene más
proteínas que el resto de los cereales y se jacta de ser una de las
fuentes más completas de proteínas de todos nuestros alimentos de origen
vegetal.
La quinua contiene los nueve aminoácidos
esenciales, incluida la lisina, poco común en los vegetales. La FAO
informa que el contenido de aminoácidos de la quinua es comparable a la
caseína, la proteína completa que se encuentra en la leche. Anahad
O’Connor, coautor de The 10 Things You Need to Eat (Los 10 alimentos que
tienes que comer), resalta dichas cualidades. En esta lista de “los
diez mejores” están los candidatos beneficiosos habituales: tomates,
espinacas, salmón, paltas, frutos secos, etc. “Pero, ¿y si tuvieras que
sobrevivir con un solo cereal el resto de tu vida?”, pregunta O’Connor
antes de revelar que el arroz integral, la cebada, la avena y el maíz
tienen deficiencias nutricionales. Continúa: “En la década de
los 90, los científicos de la NASA se propusieron encontrar un cereal
que fuera tan completo que les bastara a los astronautas en sus largos
vuelos espaciales. Lo que encontraron fue un sorprendente cereal del que
muchas personas en el mundo nunca habían oído hablar: la quinua”.
“Cuando empecé a investigar para mi libro, me quedé alucinado. Es la
única planta dentro del mundo vegetal que tiene todas las proteínas
posibles. Es la comida perfecta, uno de los mejores alimentos que
existen”.
El porqué de la quinua
En lo que se refiere a los beneficios
para la salud, hay mu cha verdad en lo que se dice de la quinua.
Distintas investigaciones alrededor del mundo lo corroboran.
Enfermedades coronarias:
El investigador Philip Mellen, de la Universidad de Wake Forest
(EE.UU.), realizó un análisis a 285.000 personas y el resultado concluye
que dos raciones y media diarias de cereales integrales (incluida la
quinua) pueden producir beneficios para el corazón: reducir en un 21 por
ciento el riesgo de enfermedad coronaria.
Diabetes: En 2009, la
Universidad de San Pablo (Brasil) analizó las propiedades antidiabéticas
de diez cereales y pseudo-cereales andinos. La quinua resultó ser la
que tiene más quercetina antioxidante, que protege el cuerpo de daños
celulares, lo que la hace ideal para disminuir el riesgo de diabetes en
la edad adulta.
Pérdida de peso: En
2005, una investigación de la Universidad de Milán demostró que la
quinua y otros cereales alternativos producen una mayor sensación de
saciedad que el trigo o el arroz, por lo que ayuda a controlar el
apetito. A los beneficios de los cereales integrales en general, se
añade la reducción del riesgo de infarto, asma o cáncer de colon. Parece
que la quinua es merecedora de su estatus de alimento valioso.
La quinua en su cocina
La preparación básica es simple: combinar una taza de semillas (mi favorita es la roja, que tiene más sabor a nueces), previamente enjuagadas para eliminar cualquier posible revestimiento de saponina amarga, con una taza y cuarto de agua en una olla; añadir una pizca de sal, llevar a ebullición y después tapar y cocinar a fuego lento durante 15 minutos. Y ya está aquí la quinua, preparada para cualquier iniciativa culinaria que quiera probar. Pruébela quizá en una ensalada fría aderezada con limón, salpicada con arándanos secos y almendras tostadas, o en unos ajíes asados rellenos de quinua caliente con un chorrito de salsa de tomate fresco y albahaca. Con la harina de quinua se puede hacer una deliciosa tarta de chocolate esponjosa. Como si se tratara de un camaleón culinario, la quinua adquiere el sabor y la textura de los alimentos que la rodean.
Una taza de quinua cocinada contiene:
La quinua en su cocina
La preparación básica es simple: combinar una taza de semillas (mi favorita es la roja, que tiene más sabor a nueces), previamente enjuagadas para eliminar cualquier posible revestimiento de saponina amarga, con una taza y cuarto de agua en una olla; añadir una pizca de sal, llevar a ebullición y después tapar y cocinar a fuego lento durante 15 minutos. Y ya está aquí la quinua, preparada para cualquier iniciativa culinaria que quiera probar. Pruébela quizá en una ensalada fría aderezada con limón, salpicada con arándanos secos y almendras tostadas, o en unos ajíes asados rellenos de quinua caliente con un chorrito de salsa de tomate fresco y albahaca. Con la harina de quinua se puede hacer una deliciosa tarta de chocolate esponjosa. Como si se tratara de un camaleón culinario, la quinua adquiere el sabor y la textura de los alimentos que la rodean.
Una taza de quinua cocinada contiene:
- 8 gramos de proteína
- 4 gramos de grasa (ni saturadas ni transgénicas)
- 39 gramos de hidratos de carbono
- 5 gramos de fibra
- 222 calorías
Fuente:ar.selecciones.com
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