Los docentes, padres, vecinos etc., decidieron
el nombre en asamblea en homenaje al sacerdote, víctima de la última
dictadura militar.
El padre Carlos de Dios Murias tendrá su justo homenaje porque los vecinos que habitan la comunidad Chamicalense decidieron que el establecimiento inaugurado a principios de año, que hasta ahora solo tiene el número 415, lleve su nombre.
Tras la reunión de este 29 de abril a las 16 hs, donde también se propusieron otros nombres, prevaleció el nombre del cura párroco, por amplia mayoría donde docentes y vecinos del lugar democráticamente adoptaron.
Carlos Murias nació en 1945 en Córdoba. Su padre era un rico agente inmobiliario, además de hombre político famoso en la región. Quería una carrera militar para su hijo, por lo que lo inscribió en el Liceo Militar, pero después de sus estudios, Carlos entró al seminario y poco tiempo después fue ordenado sacerdote por Enrique Angelelli. La situación en ese entonces y en esa región era el retrato de los desequilibrios de todo el país: pocas familias riquísimas que controlaban todo frente a una marea de trabajadores reducidos a la esclavitud.
Murias fue enviado a ayudar a los campesinos de Chamical, en compañía del francés Gabriel Longueville. Debían fundar una comunidad franciscana, pero los militares dieron el golpe. Comenzó a recibir advertencias y amenazas, citaciones en las que los soldados le explicaban que «la tuya no es la Iglesia en la que creemos». Carlos siguió trabajando y el 18 de julio de 1976 fue secuestrado con Gabriel. Fueron encerrados en la Base de la Fuerza Aérea de Chamical y, dos días después, su cadáver fue encontrado en medio del campo: le habían sacado los ojos y le habían cortado las manos antes de dispararle.
Acallaron sus voces, pero no lograron hacer desaparecer su ejemplo y ojala que de ahora en adelante prevalezca en esta institución que inicia sus pasos.
El padre Carlos de Dios Murias tendrá su justo homenaje porque los vecinos que habitan la comunidad Chamicalense decidieron que el establecimiento inaugurado a principios de año, que hasta ahora solo tiene el número 415, lleve su nombre.
Tras la reunión de este 29 de abril a las 16 hs, donde también se propusieron otros nombres, prevaleció el nombre del cura párroco, por amplia mayoría donde docentes y vecinos del lugar democráticamente adoptaron.
Carlos Murias nació en 1945 en Córdoba. Su padre era un rico agente inmobiliario, además de hombre político famoso en la región. Quería una carrera militar para su hijo, por lo que lo inscribió en el Liceo Militar, pero después de sus estudios, Carlos entró al seminario y poco tiempo después fue ordenado sacerdote por Enrique Angelelli. La situación en ese entonces y en esa región era el retrato de los desequilibrios de todo el país: pocas familias riquísimas que controlaban todo frente a una marea de trabajadores reducidos a la esclavitud.
Murias fue enviado a ayudar a los campesinos de Chamical, en compañía del francés Gabriel Longueville. Debían fundar una comunidad franciscana, pero los militares dieron el golpe. Comenzó a recibir advertencias y amenazas, citaciones en las que los soldados le explicaban que «la tuya no es la Iglesia en la que creemos». Carlos siguió trabajando y el 18 de julio de 1976 fue secuestrado con Gabriel. Fueron encerrados en la Base de la Fuerza Aérea de Chamical y, dos días después, su cadáver fue encontrado en medio del campo: le habían sacado los ojos y le habían cortado las manos antes de dispararle.
Acallaron sus voces, pero no lograron hacer desaparecer su ejemplo y ojala que de ahora en adelante prevalezca en esta institución que inicia sus pasos.
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