Ha sido con profundo dolor que recibí la noticia de parte de una colega
que me llamó el sábado de Washington para darme la infausta noticia de
que había fallecido una gran amiga y colega, a quien quise, respeté y
admiré tanto, desde que a comienzos del año de 1987 empecé a cubrir a
tiempo completo la Casa Blanca. Yo ya había conocido a Helen, la decana
de los periodistas de la Casa Blanca, cuando visitaron la casa de
gobierno estadounidense, entre 1982 y 1986, el doctor Roberto Suazo
Córdova y luego José Azcona Hoyo. En esas ocasiones Helen fue muy amable
conmigo y con los periodistas hondureños que acompañaron a esos dos
presidentes, pero fue cuando comencé a llegar diariamente a cubrir la
fuente presidencial, en enero de 1987, que conocí de cerca a esta
increíble periodista, a quien tengo la honra de llamar mi mentora y mi
ángel de la guarda, que me trató como a un hijo y que también llegó a
querer muchísimo a mi esposa y a mis hijos.
A pesar de que yo había visitado en varias ocasiones la Casa Blanca,
entre 1980 y 1987, fue hasta que la cubrí a tiempo completo que me di
cuenta de la calidad de ser humano y de periodista que era Helen Thomas,
que a diario llegaba a la sala de prensa de la casa de gobierno como a
las 5:30 de la mañana y que pasaba allí, día tras día hasta las horas de
la noche. Cuando la conocí, ella fungía como Jefe del Buró de la UPI,
United Press International, de la Casa Blanca. Para ese entonces, en
1987, Helen ya llevaba 26 años consecutivos cubriendo esa fuente ,
habiendo comenzado a hacerlo en enero de 1961 cuando John F. Kennedy
asumió la presidencia de la nación y siguió cubriendo las presidencias
de Kennedy, de Lyndon Johnson, de Richard Nixon, de Gerald Ford, de
Jimmy Carter y de Ronald Reagan. Después cubrió también las presidencias
de George Bush padre, Bill Clinton, George Bush hijo y Barack Obama.
Cuando yo llegué a la Casa Blanca representaba a LA TRIBUNA
y a HRN, además de ser en ese entonces corresponsal de la Revista
Visión y de la revista del Diario Excélsior de México. Fue Helen la que
me enseñó dónde acreditarme, en qué lugar me podía sentar para hacer mi
trabajo y dónde podía ocupar un asiento en la sala de prensa además de
cuáles eran los eventos que debía de cubrir diariamente. Fue
instrumental en presentarme a los demás compañeros, que sabiendo que
Helen me había tomado bajo su ala, me trataban con consideración, en lo
que yo daba mis primeros pasos tratando de orientarme para cumplir con
mis tareas periodísticas. Recuerdo como si fuera ayer que cuando llegó
la época de la fiesta navideña que la presidencia le brinda anualmente a
los periodistas a mí no me había llegado la invitación y le conté a
Helen, que inmediatamente tomó el teléfono, habló con la secretaria
social de la Casa Blanca, le explicó que yo cubría la Casa Blanca a
tiempo completo y en 15 minutos llegó ella a la oficina de Helen en la
área de prensa para personalmente entregarme la invitación para mí y mi
esposa.
Helen, que se sentaba siempre en la primera fila en la sala de prensa
y también en las conferencias presidenciales que se brindaban en el
Salón Oriental de la residencia, siempre hacía la primera o segunda
pregunta de esas ruedas de prensa. Pues por tradición la UPI y la AP se
alternaban en la primera pregunta, pero ella siempre fue la que cerraba
las conferencias de prensa presidenciales diciendo la frase: “Muchas
gracias, señor presidente”.
Helen, que había nacido en Kentucky en 1920, era viuda cuando la
conocí, pues su marido murió del mal de Alzheimer al comienzo de la
década de los 80′s. Nunca tuvo hijos así que su trabajo era su vida y
era una periodista incansable. Siempre se caracterizó por sus preguntas
mordaces y directamente al grano, tanto a presidentes como a secretarios
de prensa, a los cuales volvía locos en sus reuniones diarias con los
periodistas que cubríamos la fuente. Ella nunca tuvo pelos en la lengua y
a veces sus preguntas no eran bien recibidas por aquellos que tenían
que contestarlas. También fue la primera mujer presidente de la
Asociación de Periodistas de la Casa Blanca y fue la primera mujer
admitida al Club Nacional de Prensa que por más de seis décadas fue solo
para hombres. También fue la primera mujer presidente del Gridiron
Club, otra asociación de periodistas y de figuras relevantes. Helen era
un personaje de alto calibre, pero siempre mantuvo su humildad y su
cariño a su profesión. Recuerdo cómo ella siempre me pedía consejos e
información cuando se trataba de alguna vista presidencial de líderes de
América Latina entre los que se encontraban Suazo, Azcona, Callejas,
Reina, Flores, Maduro, Zelaya y Lobo. También me pedía seguidamente
informaciones de cómo marchaban la cosa en América Latina para estar al
tanto, sobre todo cuando estallaba alguna crisis hemisférica. También
cubrimos juntos toda una serie de convenciones nacionales de ambos
partidos y las respectivas elecciones presidenciales. Durante todos mis
años en la Casa Blanca, ella me hizo tantos favores que para mí era un
placer poder ayudarle en algo.
Una de las cosas que también admiré en Helen era que cuando llegaba
gente a la Casa Blanca y quería sacarse una foto con ella, Helen, aunque
estuviese ocupada, siempre aceptó. Yo recuerdo que cada periodista
latinoamericano que yo invité a ir a la sala de prensa de la Casa
Blanca, incluyendo a muchísimo colegas hondureños, siempre los recibió
Helen con mucho cariño. Y debido a que Frances me acompañó tantos años a
la Casa Blanca como fotógrafa, cuando ella ya sufría del mal de
Alzheimer, Helen siempre la buscaba y la abrazaba. En numerosas
ocasiones, cuando Frances daba discursos sobre su enfermedad a clubes
interesados en material de ese mal, Helen estaba en el auditorio
apoyándola. Y muchas veces Helen fue la oradora principal en eventos de
las asociaciones dedicadas a recaudar fondos para combatir el mal de
Alzheimer porque Frances la había invitado. También, varias veces me
acompañó Helen para formar parte de grupos de periodistas que
brindábamos juntos conferencias sobre política y cobertura de la Casa
Blanca.
Helen estuvo con mi familia, colegas y amigos cuando celebré mis 70
años en los predios de la sala de prensa de la Casa Blanca y además
participó en la fiesta de despedida que me hicieron los compañeros
periodistas de la Casa Blanca cuando me retiré en el 2005 para poder
traer a Frances a la Florida para seguir su tratamiento de Alzheimer.
Inclusive, en el 2007, Helen vino a dar un discurso en la Florida y
luego visitó a Frances en el Centro de Memoria y Bienestar de la
Universidad Florida Atlantic, donde estuvo con Frances cerca de dos
horas. Y cuando Frances falleció el 24 de marzo del 2009, un mes después
se llevó a cabo un acto en su honor en el Club Nacional de Prensa de
Washington, en el que Helen pronunció el discurso a nombre de todos los
periodistas de la Casa Blanca.
A finales de la época de Bill Clinton en la Casa Blanca, Helen
renunció a la IPI cuando la compró el Reverendo Moon, de Corea del Sur.
Meses después Helen volvió ya trabajando como columnista para la cadena
de periódicos Hearst. Allí sus colegas le dimos la bienvenida con un
pastel donde aparecía la foto de ella, con el logo de la Casa Blanca y
con el mensaje “Bienvenida de regreso”, “Welcome Back”,
Ahora nos deja para siempre pero también deja tras de sí un recuerdo imperecedero de una mujer que fue pionera, que deja un récord de años consecutivos, haciendo periodismo por casi 70 años y cubriendo la casa de gobierno 50 años y pico, algo que ningún periodista volverá a igualar. El presidente Obama, cuyo cumpleaños en agosto cae el mismo día que el de Helen, emitió un comunicado alabando su carrera en lo que tributos similares están llegando por doquier. Pero somos todos aquellos que cubrieron la Casa Blanca desde 1961 a la fecha, los que más lloramos su ausencia física y los que más recordamos lo que ella logró durante su prolífica carrera, donde rompió tantas barreras y le dio cátedra al periodismo estadounidense y al periodismo global, descansa en paz, querida Helen. Nunca te olvidaremos. Que Dios te guarde en su seno.
Ahora nos deja para siempre pero también deja tras de sí un recuerdo imperecedero de una mujer que fue pionera, que deja un récord de años consecutivos, haciendo periodismo por casi 70 años y cubriendo la casa de gobierno 50 años y pico, algo que ningún periodista volverá a igualar. El presidente Obama, cuyo cumpleaños en agosto cae el mismo día que el de Helen, emitió un comunicado alabando su carrera en lo que tributos similares están llegando por doquier. Pero somos todos aquellos que cubrieron la Casa Blanca desde 1961 a la fecha, los que más lloramos su ausencia física y los que más recordamos lo que ella logró durante su prolífica carrera, donde rompió tantas barreras y le dio cátedra al periodismo estadounidense y al periodismo global, descansa en paz, querida Helen. Nunca te olvidaremos. Que Dios te guarde en su seno.
Por: Jacobo Goldstein
MIAMI, Florida. F: latribuna.hn
MIAMI, Florida. F: latribuna.hn

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